viernes, 19 de enero de 2007

El sentido de la pasada acampada de Caliao

Joaquín Arce Fernández es integrante de la Plataforma, miembro de Los Verdes y representa a las asociaciones ecologistas en la Junta del Parque Natural de Redes. A partir de la experiencia de la pasada acampada de 2006, que intentó boicotear el Principado de Asturias, considera en su artículo la lucha contra el pantano de Caliao desde una perspectiva más amplia, donde el movimiento ecologista busca la transformación del sistema social, económico y político, causa última de los problemas ambientales actuales
A finales de setiembre se celebraron en Caleao unas accidentadas jornadas en defensa del Parque Natural de Redes y de la Nueva Cultura del Agua y en contra de la construcción de un tercer embalse en Caso (la ya conocida acampada de Caleao).
La acampada, organizada por la Plataforma para la Defensa de Redes, tuvo gran impacto informativo por la actitud antidemocrática y torpe de algunos cargos públicos que intentaron prohibirla, pese a que había sido autorizada meses antes por el Ayuntamiento de Caso, y enviaron a la Policía para identificar a los asistentes y hacer controles de carretera que resultaron inútiles (por suerte, los guardias de hoy en día ya no son como les gustaría a algunos de los que los mandan).
A pesar de esos incidentes y de la lluvia, la asistencia a los actos previstos (acampada, excursiones, debates y actuaciones musicales) fue numerosa. Y el mensaje de las jornadas llegó con facilidad a la población asturiana.
Además, la acampada de Caleao, para los que la vivimos, dejó recuerdos que tardarán en borrarse: el arco iris en el cielo mientras los guardias trataban de disolver a los campistas, las salidas nocturnas a la berrea de los venados, el relato de la larga lucha de los compañeros de Itoiz, las coplas de Dani el Bandurrieru, la solidaridad entre gallegos, madrileños y asturianos, la presencia en espíritu de Félix Rodríguez de la Fuente, representado por su hija Odile.
Pero vuelta ya la calma, aparte de los aspectos reivindicativos y emotivos concretos, hay que destacar que el sentido último de la acampada, al igual que el de las demás acciones del movimiento ecologista asturiano, iba más allá de la oposición a un proyecto innecesario que inundaría un valle maravilloso.
La acampada debe entenderse en el contexto de una lucha más amplia para intentar cambiar los aspectos negativos del modelo de desarrollo, producción, distribución y consumo, vigente en nuestra época, y sus consecuencias.
Modelo que genera riqueza y bienestar, pero a costa del consumo creciente, y a todas luces insostenible, de agua, materias primas, combustibles fósiles, suelo y espacios naturales. Que conduce al agotamiento de esos recursos. Y que además produce, como decimos los economistas, graves consecuencias o efectos externos: contaminación, residuos, extinción de especies, pueblos y paisajes naturales, cambio climático, riesgo nuclear, guerras, pobreza, sufrimiento y desigualdad social.
A escala nacional, la propia ministra de Medio Ambiente, Cristina Narbona, ha insistido, con buen criterio, en que España no puede seguir creciendo a costa de consumir ingentes cantidades de agua, energía y suelo sin urbanizar y ha llamado incluso a la movilización ciudadana para evitarlo.
A escala local, el movimiento ecologista asturiano (asociaciones como ANA, la Coordinadora Ecoloxista o Ecoloxistes n'Aición, que trabajan en primera línea por la defensa del medio ambiente, y no están amordazadas por los proyectos y subvenciones de la Administración y de las empresas) lleva mucho tiempo actuando en este sentido.
Y además de la acampada de Caleao, ha desarrollado numerosas campañas entre las que podemos citar algunas de las más recientes:La defensa de nuestros espacios y especies naturales frente a las amenazas que se ciernen sobre ellos: los incendios y la contaminación; el impacto de las grandes infraestructuras; la liquidación de las explotaciones agrícolas tradicionales y la falta de un modelo de desarrollo rural alternativo que mantenga la actividad, el paisaje y la biodiversidad; el eucalipto, los transgénicos, los agrotóxicos y los cultivos energéticos; la pesca excesiva; el maltrato a los animales, etcétera.
La denuncia del crecimiento urbanístico desordenado y especulativo en la costa y en algunos lugares del interior, que puede acabar con el suelo, el paisaje, la cohesión social, los valores naturales y culturales y además lleva asociado el delito y la corrupción. La conocida 'marbellización' de la costa asturiana. Para combatirla muchas asociaciones realizan denuncias y alegaciones, se creó la Agrupación de Colectivos Asturianos (ACA) que engloba las asociaciones vecinales preocupadas por la especulación urbanística, y el movimiento ecologista dedicó a este tema la celebración del Día del Medio Ambiente 2006.
Las acciones contra la proyectada regasificadora de Gijón y todo el entramado de centrales térmicas de gas y carbón y de líneas de alta tensión con las que se pretende producir aún más energía y que generarán más contaminación. Con este fin han aparecido plataformas ciudadanas y Greenpeace y las asociaciones asturianas han realizado la reciente Marcha por las Energías Renovables.
La lucha contra el proyecto de la gran incineradora de residuos en Serín, contaminante y cancerígena. Para ello se ha creado una amplia y eficaz plataforma que propone como alternativa la reducción y reciclaje de los residuos.
La vigilancia, con denuncias y manifestaciones, de la minería del oro asturiana en Tapia y Belmonte, cuyos procesos y residuos pueden ser potencialmente muy peligrosos.
Es cierto que hay mucho trabajo por hacer, a escala local y global, difícil y que requiere dedicar tiempo y energías. Pero si queremos dejar a nuestros hijos un mundo más vivo, sano, libre y bello, los ciudadanos no podemos quedarnos en casa esperando a ver que hacen con él los que valoran sobre todo el poder y el dinero.

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